Poemas, cuentos y leyendas

Tema en 'Temas de interés (no de plantas)' comenzado por mai^a, 27/2/08.

  1. Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Horacio Quiroga

    Había una vez en una colmena una abeja que no quería trabajar, es decir, recorría los árboles uno por uno para tomar el jugo de las flores; pero en vez de conservarlo para convertirlo en miel, se lo tomaba del todo.
    Era, pues, una abeja haragana. Todas las mañanas apenas el sol calentaba el aire, la abejita se asomaba a la puerta de la colmena, veía que hacía buen tiempo, se peinaba con las patas, como hacen las moscas, y echaba entonces a volar, muy contenta del lindo día. Zumbaba muerta de gusto de flor en flor, entraba en la colmena, volvía a salir, y así se lo pasaba todo el día mientras las otras abejas se mataban trabajando para llenar la colmena de miel, porque la miel es el alimento de las abejas recién nacidas.
    Como las abejas son muy serias, comenzaron a disgustarse con el proceder de la hermana haragana. En la puerta de las colmenas hay siempre unas cuantas abejas que están de guardia para cuidar que no entren bichos en la colmena. Estas abejas suelen ser muy viejas, con gran experiencia de la vida y tienen el lomo pelado porque han perdido todos los pelos al rozar contra la puerta de la colmena.
    Un día, pues, detuvieron a la abeja haragana cuando iba a entrar, diciéndole:
    —Compañera: es necesario que trabajes, porque todas las abejas debemos trabajar.
    La abejita contestó:
    —Yo ando todo el día volando, y me canso mucho.
    —No es cuestión de que te canses mucho —respondieron—, sino de que trabajes un poco. Es la primera advertencia que te hacemos.
    Y diciendo así la dejaron pasar.
    Pero la abeja haragana no se corregía. De modo que a la tarde siguiente las abejas que estaban de guardia le dijeron:
    —Hay que trabajar, hermana.
    Y ella respondió en seguida:
    —¡Uno de estos días lo voy a hacer!
    —No es cuestión de que lo hagas uno de estos días —le respondieron—, sino mañana mismo. Acuérdate de esto. Y la dejaron pasar.
    Al anochecer siguiente se repitió la misma cosa. Antes de que le dijeran nada, la abejita exclamó:
    —¡Si, sí, hermanas! ¡Ya me acuerdo de lo que he prometido!
    —No es cuestión de que te acuerdes de lo prometido —le respondieron—, sino de que trabajes. Hoy es diecinueve de abril. Pues bien: trata de que mañana veinte, hayas traído una gota siquiera de miel. Y ahora, pasa.
    Y diciendo esto, se apartaron para dejarla entrar.
    Pero el veinte de abril pasó en vano como todos los demás. Con la diferencia de que al caer el sol el tiempo se descompuso y comenzó a soplar un viento frío.
    La abejita haragana voló apresurada hacia su colmena, pensando en lo calentito que estaría allá adentro. Pero cuando quiso entrar, las abejas que estaban de guardia se lo impidieron.
    —¡No se entra! —le dijeron fríamente.
    —¡Yo quiero entrar! —clamó la abejita—. Esta es mi colmena.
    —Esta es la colmena de unas pobres abejas trabajadoras le contestaron las otras—. No hay entrada para las haraganas.
    —¡Mañana sin falta voy a trabajar! —insistió la abejita.
    —No hay mañana para las que no trabajan— respondieron las abejas, que saben mucha filosofía.
    Y diciendo esto la empujaron afuera.
    La abejita, sin saber qué hacer, voló un rato aún; pero ya la noche caía y se veía apenas. Quiso cogerse de una hoja, y cayó al suelo. Tenía el cuerpo entumecido por el aire frío, y no podía volar más.
    Arrastrándose entonces por el suelo, trepando y bajando de los palitos y piedritas, que le parecían montañas, llegó a la puerta de la colmena, a tiempo que comenzaban a caer frías gotas de lluvia.
    —¡Ay, mi Dios! —clamó la desamparada—. Va a llover, y me voy a morir de frío. Y tentó entrar en la colmena.
    Pero de nuevo le cerraron el paso.
    —¡Perdón! —gimió la abeja—. ¡Déjenme entrar!
    —Ya es tarde —le respondieron.
    —¡Por favor, hermanas! ¡Tengo sueño!
    —Es más tarde aún.
    —¡Compañeras, por piedad! ¡Tengo frío!
    —Imposible.
    —¡Por última vez! ¡Me voy a morir! Entonces le dijeron:
    —No, no morirás. Aprenderás en una sola noche lo que es el descanso ganado con el trabajo. Vete.
    Y la echaron.
    Entonces, temblando de frío, con las alas mojadas y tropezando, la abeja se arrastró, se arrastró hasta que de pronto rodó por un agujero; cayó rodando, mejor dicho, al fondo de una caverna.
    Creyó que no iba a concluir nunca de bajar. Al fin llegó al fondo, y se halló bruscamente ante una víbora, una culebra verde de lomo color ladrillo, que la miraba enroscada y presta a lanzarse sobre ella.
    En verdad, aquella caverna era el hueco de un árbol que habían trasplantado hacia tiempo, y que la culebra había elegido de guarida.
    Las culebras comen abejas, que les gustan mucho. Por eso la abejita, al encontrarse ante su enemiga, murmuró cerrando los ojos:
    —¡Adiós mi vida! Esta es la última hora que yo veo la luz.
    Pero con gran sorpresa suya, la culebra no solamente no la devoró sino que le dijo: —¿qué tal, abejita? No has de ser muy trabajadora para estar aquí a estas horas.
    —Es cierto —murmuró la abeja—. No trabajo, y yo tengo la culpa.
    —Siendo así —agregó la culebra, burlona—, voy a quitar del mundo a un mal bicho como tú. Te voy a comer, abeja.
    La abeja, temblando, exclamo entonces: —¡No es justo eso, no es justo! No es justo que usted me coma porque es más fuerte que yo. Los hombres saben lo que es justicia.
    —¡Ah, ah! —exclamó la culebra, enroscándose ligero —. ¿Tú crees que los hombres que les quitan la miel a ustedes son más justos, grandísima tonta?
    —No, no es por eso que nos quitan la miel —respondió la abeja.
    —¿Y por qué, entonces?
    —Porque son más inteligentes.
    Así dijo la abejita. Pero la culebra se echó a reír, exclamando:
    —¡Bueno! Con justicia o sin ella, te voy a comer, apróntate.
    Y se echó atrás, para lanzarse sobre la abeja. Pero ésta exclamó:
    —Usted hace eso porque es menos inteligente que yo.
    —¿Yo menos inteligente que tú, mocosa? —se rió la culebra.
    —Así es —afirmó la abeja.
    —Pues bien —dijo la culebra—, vamos a verlo. Vamos a hacer dos pruebas. La que haga la prueba más rara, ésa gana. Si gano yo, te como.
    —¿Y si gano yo? —preguntó la abejita.
    —Si ganas tú —repuso su enemiga—, tienes el derecho de pasar la noche aquí, hasta que sea de día. ¿Te conviene?
    —Aceptado —contestó la abeja.
    La culebra se echó a reír de nuevo, porque se le había ocurrido una cosa que jamás podría hacer una abeja. Y he aquí lo que hizo:
    Salió un instante afuera, tan velozmente que la abeja no tuvo tiempo de nada. Y volvió trayendo una cápsula de semillas de eucalipto, de un eucalipto que estaba al lado de la colmena y que le daba sombra.
    Los muchachos hacen bailar como trompos esas cápsulas, y les llaman trompitos de eucalipto.
    —Esto es lo que voy a hacer —dijo la culebra—. ¡Fíjate bien, atención!
    Y arrollando vivamente la cola alrededor del trompito como un piolín la desenvolvió a toda velocidad, con tanta rapidez que el trompito quedó bailando y zumbando como un loco.
    La culebra se reía, y con mucha razón, porque jamás una abeja ha hecho ni podrá hacer bailar a un trompito. Pero cuando el trompito, que se había quedado dormido zumbando, como les pasa a los trompos de naranjo, cayó por fin al suelo, la abeja dijo:
    —Esa prueba es muy linda, y yo nunca podré hacer eso.
    —Entonces, te como —exclamó la culebra.
    —¡Un momento! Yo no puedo hacer eso: pero hago una cosa que nadie hace.
    —¿Qué es eso?
    —Desaparecer.
    —¿Cómo? —exclamó la culebra, dando un salto de sorpresa—. ¿Desaparecer sin salir de aquí?
    —Sin salir de aquí.
    —¿Y sin esconderte en la tierra?
    —Sin esconderme en la tierra.
    —Pues bien, ¡hazlo! Y si no lo haces, te como en seguida — dijo la culebra.
    El caso es que mientras el trompito bailaba, la abeja había tenido tiempo de examinar la caverna y había visto una plantita que crecía allí. Era un arbustillo, casi un yuyito, con grandes hojas del tamaño de una moneda de dos centavos.
    La abeja se arrimó a la plantita, teniendo cuidado de no tocarla, y dijo así:
    —Ahora me toca a mi, señora culebra. Me va a hacer el favor de darse vuelta, y contar hasta tres. Cuando diga "tres", búsqueme por todas partes, ¡ya no estaré más!
    Y así pasó, en efecto. La culebra dijo rápidamente:"uno..., dos..., tres", y se volvió y abrió la boca cuan grande era, de sorpresa: allí no había nadie. Miró arriba, abajo, a todos lados, recorrió los rincones, la plantita, tanteó todo con la lengua. Inútil: la abeja había desaparecido.
    La culebra comprendió entonces que si su prueba del trompito era muy buena, la prueba de la abeja era simplemente extraordinaria. ¿Qué se había hecho?, ¿dónde estaba?
    No había modo de hallarla.
    —¡Bueno! —exclamó por fin—. Me doy por vencida. ¿Dónde estás?
    Una voz que apenas se oía —la voz de la abejita— salió del medio de la cueva.
    —¿No me vas a hacer nada? —dijo la voz—. ¿Puedo contar con tu juramento?
    —Sí —respondió la culebra—. Te lo juro. ¿Dónde estás?
    —Aquí —respondió la abejita, apareciendo súbitamente de entre una hoja cerrada de la plantita.
    ¿Qué había pasado? Una cosa muy sencilla: la plantita en cuestión era una sensitiva, muy común también aquí en Buenos Aires, y que tiene la particularidad de que sus hojas se cierran al menor contacto. Solamente que esta aventura pasaba en Misiones, donde la vegetación es muy rica, y por lo tanto muy grandes las hojas de las sensitivas. De aquí que al contacto de la abeja, las hojas se cerraran, ocultando completamente al insecto.
    La inteligencia de la culebra no había alcanzado nunca a darse cuenta de este fenómeno; pero la abeja lo había observado, y se aprovechaba de él para salvar su vida.
    La culebra no dijo nada, pero quedó muy irritada con su derrota, tanto que la abeja pasó toda la noche recordando a su enemiga la promesa que había hecho de respetarla.
    Fue una noche larga, interminable, que las dos pasaron arrimadas contra la pared más alta de la caverna, porque la tormenta se había desencadenado, y el agua entraba como un río adentro.
    Hacía mucho frío, además, y adentro reinaba la oscuridad más completa. De cuando en cuando la culebra sentía impulsos de lanzarse sobre la abeja, y ésta creía entonces llegado el término de su vida.
    Nunca, jamás, creyó la abejita que una noche podría ser tan fría, tan larga, tan horrible. Recordaba su vida anterior, durmiendo noche tras noche en la colmena, bien calentita, y lloraba entonces en silencio.
    Cuando llegó el día, y salió el sol, porque el tiempo se había compuesto, la abejita voló y lloró otra vez en silencio ante la puerta de la colmena hecha por el esfuerzo de la familia. Las abejas de guardia la dejaron pasar sin decirle nada, porque comprendieron que la que volvía no era la paseandera haragana, sino una abeja que había hecho en sólo una noche un duro aprendizaje de la vida.
    Así fue, en efecto. En adelante, ninguna como ella recogió tanto polen ni fabricó tanta miel. Y cuando el otoño llegó, y llegó también el término de sus días, tuvo aún tiempo de dar una última lección antes de morir a las jóvenes abejas que la rodeaban:
    —No es nuestra inteligencia, sino nuestro trabajo quien nos hace tan fuertes. Yo usé una sola vez de mi inteligencia, y fue para salvar mi vida. No habría necesitado de ese esfuerzo, sí hubiera trabajado como todas. Me he cansado tanto volando de aquí para allá, como trabajando. Lo que me faltaba era la noción del deber, que adquirí aquella noche. Trabajen, compañeras, pensando que el fin a que tienden nuestros esfuerzos —la felicidad de todos— es muy superior a la fatiga de cada uno. A esto los hombres llaman ideal, y tienen razón. No hay otra filosofía en la vida de un hombre y de una abeja.
     
  2. mai^a

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Quién no leyó algún capítulo del ingenioso hidalgo de la Mancha.
    ...Con este comencé a enamorarme de este valeroso caballero en el colegio secundario. Al entenderlo uno se da cuenta de que todos tenemos algo de Quijote como también de Sancho Panza :smile:


    Del buen suceso que el valeroso don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento, con otros sucesos dignos de felice recordación.

    de Miguel Cervantes Saavedra


    -¿Qué gigantes? -dijo Sancho Panza.
    -Aquellos que allí ves -respondió su amo- de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.-Mire vuestra merced -respondió Sancho- que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.-Bien parece -respondió don Quijote- que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo, quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.Y, diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que, sin duda alguna, eran molinos de viento, y no gigantes, aquellos que iba a acometer. Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran; antes, iba diciendo en voces altas:
    -Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete. Levantóse en esto un poco de viento y las grandes aspas comenzaron a moverse, lo cual visto por don Quijote, dijo: -Pues, aunque mováis más brazos que los del gigante Briareo, me lo habéis de pagar. Y, en diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en el ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante y embistió con el primero molino que estaba delante; y, dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo. Acudió Sancho Panza a socorrerle, a todo el correr de su asno, y cuando llegó halló que no se podía menear: tal fue el golpe que dio con él Rocinante.

    -¡Válame Dios! -dijo Sancho-. ¿No le dije yo a vuestra merced que mirase bien lo que hacía, que no eran sino molinos de viento, y no lo podía ignorar sino sino quien llevase otros tales en la cabeza?-Calla, amigo Sancho -respondió don Quijote-, que las cosas de la guerra, más que otras, están sujetas a continua mudanza; cuanto más, que yo pienso, y es así verdad, que aquel sabio Frestón que me robó el aposento y los libros ha vuelto estos gigantes en molinos por quitarme la gloria de su vencimiento: tal es la enemistad que me tiene; mas, al cabo al cabo, han de poder poco sus malas artes contra la bondad de mi espada.
    -Dios lo haga como puede -respondió Sancho Panza. Y, ayudándole a levantar, tornó a subir sobre Rocinante, que medio despaldado estaba. Y, hablando en la pasada aventura, siguieron el camino del Puerto Lápice, porque allí decía don Quijote que no era posible dejar de hallarse muchas y diversas aventuras, por ser lugar muy pasajero; sino que iba muy pesaroso por haberle faltado la lanza; y, diciéndoselo a su escudero, le dijo:
    -Yo me acuerdo haber leído que un caballero español, llamado Diego Pérez de Vargas, habiéndosele en una batalla roto la espada, desgajó de una encina un pesado ramo o tronco, y con él hizo tales cosas aquel día, y machacó tantos moros, que le quedó por sobrenombre Machuca, y así él como sus decendientes se llamaron, desde aquel día en adelante, Vargas y Machuca.Hete dicho esto, porque de la primera encina o roble que se me depare pienso desgajar otro tronco tal y tan bueno como aquél, que me imagino y pienso hacer con él tales hazañas, que tú te tengas por bien afortunado de haber merecido venir a vellas y a ser testigo de cosas que apenas podrán ser creídas.

    -A la mano de Dios -dijo Sancho-; yo lo creo todo así como vuestra merced lo dice; pero enderécese un poco, que parece que va de medio lado, y debe de ser del molimiento de la caída.-Así es la verdad -respondió don Quijote-; y si no me quejo del dolor, es porque no es dado a los caballeros andantes quejarse de herida alguna, aunque se le salgan las tripas por ella.
    -Si eso es así, no tengo yo qué replicar -respondió Sancho-, pero sabe Dios si yo me holgara que vuestra merced se quejara cuando alguna cosa le doliera. De mí sé decir que me he de quejar del más pequeño dolor que tenga, si ya no se entiende también con los escuderos de los caballeros andantes eso del no quejarse.
    No se dejó de reír don Quijote de la simplicidad de su escudero; y así, le declaró que podía muy bien quejarse, como y cuando quisiese, sin gana o con ella; que hasta entonces no había leído cosa en contrario en la orden de caballería. Díjole Sancho que mirase que era hora de comer. Respondióle su amo que por entónces no le hacía menester; que comiese él cuando se le antojase. Con esta licencia, se acomodó Sancho lo mejor que pudo sobre su jumento, y, sacando de las alforjas lo que en ellas había puesto, iba caminando y comiendo detrás de su amo muy de su espacio, y de cuando en cuando empinaba la bota, con tanto gusto, que le pudiera envidiar el más regalado bodegonero de Málaga. Y, en tanto que él iba de aquella manera menudeando tragos, no se le acordaba de ninguna promesa que su amo le hubiese hecho, ni tenía por ningún trabajo, sino por mucho descanso, andar buscando las aventuras, por peligrosas que fuesen. ... (continúa)


    "El quijote de la mancha es una obra atemporal, si no has sacado conclusiones y no has aprendido nada, estás muerto!”
     
  3. mai^a

    mai^a My Garden

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Bienvenida sea trochamontes a este lugarcito chuikissssssss!!!
     
  4. mai^a

    mai^a My Garden

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Robert! ...que lección El tero azul” bellísima! ...El albañil todavía no la leí! :smile:

    Grisel! ...me encanté con tu cuento no lo había leído nunca! Y es la lectura que suelo tomar en mis ratos libres :smile:

    Trochamontes! quién no ha leído La casada infiel ... gracias por tu aporte! :smile:

    Arcoiris! “Neruda” palabras mayores, gracias por traernos este poema:smile:

    Jah!
    Que buena recomendación la de “convendría hacer ejercicios mentales” me encantó :smile:

    Oprys! “No estoy a vuestro nivel de poesia¡¡¡¡¡¡¡¡” ... con eso ya hizo poesía gracias! :smile:

    Argantonio! es esta poesía música!... sencillamente maravillosa :smile:

    Abel!
    Jajaj seeeeee recuerdo a “La abeja aragana” que buena lección tuvo.
    Nos la leía siempre una Asistente Social llamada Teresita con la cual pasábamos una hora de clase ... porqué sería ¿? :smile:
     
  5. GRISEL GV

    GRISEL GV Jaded...

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Seeeee Maia!!:5-okey:
    mi conclusión es que "de Sabios y Locos, todos tenemos un poco".:icon_cool:
     
  6. Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    :happy: Mai^a! qué buena idea abrir este hilo!, yo humildemente y como buena ciudadana de la llanura voy a poner dos "versitos" que aprendí de chica porque mi mamá (maestra) se los enseñaba a sus alumnos. :beso:

    El Pampero (viento de nuestra zona)

    Hijo audáz de la llanura y guardián de nuestro suelo
    que arrebatas en tu vuelo cuanto empaña tu hermosura.
    Ven y vierte tu frescura de mi patria en el ambiente,
    ven, enérgico y valiente, bate el polvo en mi camino
    que hasta soy más argentino cuando me azotas la frente.

    El chingolo (ave de nuestra región)

    Cuando el campo está más solo
    y la casa en paz abierta,
    aparece por la puerta
    muy si-señor el chingolo.
    Viene en busca de unas migas,
    o de unas pajas de escoba
    que ciertamente no roba
    porque la gente es su amiga.
     
  7. kurenai

    kurenai

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    me gusto muchisimo
     
  8. Jah

    Jah Hija de Gaïa

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Hola,

    Pienso que todos aqui, o la gran mayoria, amamos la naturaleza......os dejo este video (porque acabo de aprender a hacerlo.....gracias solete!!:beso: mai) en el que cada uno pueda encontrar una pequeña dosis de poesia, inventar una leyenda y viajar a donde nos lleve la mente.
    Espero que os guste:happy:
    Hasta otra!! :79regalofloressorpr



    (para mi es una bella danza de todas maneras :beso: )
     
  9. mai^a

    mai^a My Garden

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Para mí querida Jah!, :smile: esta es la maravillosa música que nos regala la naturaleza ...:razz:
     
  10. mai^a

    mai^a My Garden

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Edmundo de Amicis

    Considerado un gran escritor y un civilizador llegó a la República Argentina en 1884
    ...aquí va una poesía que encontré en el diario "El Nacional" cuando anunciaba su llegada"


    "Las niñas han sido la poesía de nuestra vida.
    Y tan poca poesía, hoy nos queda, que si también ellas pierden la suya,
    me parece que todos debemos haber sido demasiado malos.
    Más, esperamos que esto no suceda al menos en Italia.
    Esperemos que ellas continúen soñando un poco
    y que levantarán su pensamiento al azulado espacio,
    después de haber cerrado los libros de anatomía y el Código Civil.

    Lo mejor que hay en el mundo, lo que más alienta a vivir, a soportar los dolores,
    a resignarse a la desventura, son todavía las ilusiones,
    de las cuales se componen la esperanza, que es la respiración del alma.
    Haced versos, niñas; cread y amad fantasmas,
    esforzaos en conservar el mayor tiempo posible la fé
    con que se hacen tantas casas bellas y nobles y grandes en esta tierra".

    Edmundo de Amicis "el Nacional 1884
     
  11. Ofelia

    Ofelia Un mundo ideal...

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    En el colegio primario, una vez nos enseñaron esta oda, que lleno de ruiditos mi panza y puso en marcha mi amor profundo por el tomate. Desde mi banco de madera imaginaba ese rojo tomate jugoso en mi tenedor. Aqui va La oda al tomate por PABLO NERUDA:ojoscorazon: Irresistible
    Oda al tomate






    La calle

    se llenó de tomates,

    mediodia,

    verano,

    la luz

    se parte

    en dos

    mitades

    de tomate,

    corre

    por las calles

    el jugo.

    En diciembre

    se desata

    el tomate,

    invade

    las cocinas,

    entra por los almuerzos,

    se sienta

    reposado

    en los aparadores,

    entre los vasos,

    las

    mantequilleras,

    los saleros azules.

    Tiene

    luz propia,

    majestad benigna.

    Devemos, por desgracia,

    asesinarlo:

    se hunde

    el cuchillo

    en su pulpa viviente,

    es una roja

    viscera,

    un sol

    fresco,

    profundo,

    inagotable,

    llena las ensaladas

    de Chile,

    se casa alegremente

    con la clara cebolla,

    y para

    celebrarlo

    se deja

    caer

    aceite,

    hijo

    esencial del olivo,

    sobre sus hemisferios entreabiertos,

    agrega

    la pimienta

    su fragancia,

    la sal su magnetismo:

    son las bodas

    del día

    el perejil

    levanta

    banderines,

    las papas

    hierven vigorosamente,

    el asado

    golpea

    con su aroma

    en la puerta,

    es hora!

    vamos!

    y sobre

    la mesa, en la cintura

    del verano,

    el tomate,

    astro de

    tierra,

    estrella

    repetida

    y fecunda,

    nos muestra

    sus circunvoluciones,

    sus canales,

    la insigne plenitud

    y la abundancia

    sin hueso,

    sin coraza,

    sin escamas ni espinas,

    nos entrega

    el regalo

    de su color fogoso

    y la totalidad de su frescura.

     
  12. mai^a

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Cuánta poesía tiene un[​IMG] Ofelia:beso:
     
  13. mai^a

    mai^a My Garden

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Que recuerdos dolce...!:beso:
     
  14. mai^a

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    Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Lección de Optimismo

    ... Para los que transitamos la Universidad en la ciudad de La Plata
    seguramente esta lección ha quedado en la memoria


    En 1905 Joaquín V. González crea la moderna Universidad de La Plata.
    Ocupó el cargo de presidente de la alta casa de estudios y más tarde pasa a ser su Rector, puesto que ocupa hasta 1918.
    Al abandonar el cargo, es despedido apoteóticamente en el Teatro Argentino de la ciudad de La Plata.


    "Ya veis que no soy pesimista ni un desencantado, ni un vencido,
    ni un amargado por derrota ninguna, a mi no ha derrotado nadie,
    aunque así hubiera sido, la derrota solo habría conseguido hacerme más fuerte,
    más optimista, más idealista, porque los únicos derrotados en este mundo
    son los que no creen en nada, los que no conciben un ideal,
    los que no ven más camino que el de su casa o negocio, y se desesperan
    y reniegan de sí mismos, de su patria y de su dios, si lo tienen,
    cada vez que le sale mas algún cálculo financiero o político de la matemática del egoísmo.
    Trabajo va a tener el enemigo para desalojarme a mí del campo de batalla!
    Es territorio de mi estrategia es infinito, y puedo fatigar, desconcertar, desarmar
    y aniquilar al adversario, obligándolo a recorrer distancias inmensurables,
    a combatir sin comer, ni tomar aliento, la vida entera, y cuando se acabe la tierra,
    a cabalgar por los aires sobre corceles alados,
    si quiere perseguirme por los campos de la imaginación y del ensueño.
    Y después, el enemigo no puede renovar su gente, por la fuerza o el interés,
    que no resisten mucho tiempo, y entonces, o se queda solo, o se pasa al amor,
    y es mi conquista, y se rinde con armas y bagajes a mi ejército invisible e invencible.


    Fragmento de página del discurso de Joaquín V. González: "La universidad y el alma Argentina" de 1918.
     
  15. Re: ... de poetas, cuentos y leyendas

    Querida Ma^ia me emociono leer tanta belleza junta, muy buena tu idea de crear este hilo..quiero dejar mi pequeño granito de arena recordando a José Pedroni con un fragmento de su poesía..Maternidad

    Mujer: en un silencio que me sabrá de ternura,
    durante nueve lunas crecerá tu cintura;
    y en el mes de la siega tendrás color de espiga,
    vestirás simplemente y andarás con fatiga.
    -El hueco de tu almohada tendrá olor a nido,
    y a vino derramado nuestro mantel tendido-.
    Si mi mano te toca,
    tu voz, con la vergüenza, se romperá en tu boca
    lo mismo que una copa.
    El cielo de tus ojos será cielo nublado.
    Tu cuerpo todo entero, como un vaso rajado
    que pierde un agua limpia. Tu mirada un rocío.
    Tu sonrisa la sombra de un pájaro en el río.

    Y un día, un dulce día, quizás un día de fiesta
    para el hombre de pala y la mujer de cesta;
    el día que las madres y las recién casadas
    vienen por los caminos a las misas cantadas;
    el día que la moza luce su cara fresca,
    y el cargador no carga, el pescador no pesca...
    -tal vez el sol deslumbre; quizá la luna grata
    tenga catorce noches y espolvoree plata
    sobre la paz del monte; tal vez en el villaje
    llueva calladamente; quizá yo esté de viaje...-.
    Un día, un dulce día, con manso sufrimiento,
    te romperás cargada como una rama al viento.
    Y será el regocijo
    de besare las manos, y de hallar en el hijo
    tu misma frente simple, tu boca, tu mirada,
    y un poco de mis ojos, un poco, casi nada...

    Es solo un fragmento de esta hermosa poesía..